martes, 25 de mayo de 2021

Le beau mariage, por Pascal Bonitzer

        (...) El valor que Rohmer le da al fuera de campo y a los ausentes que lo pueblan es evidente: incluso cuando sólo son dos, los protagonistas de las películas de Rohmer siempre son al menos tres. Hay que incluir como tercera parte al referente del diálogo, que lo determina. Siempre hay al menos un ausente, en relación al cual se juega lo que sucede entre los dos protagonistas. A menudo, el ausente no existe más que de oídas, pero su sombra o su luz lejanas no por ello dirigen menos, indirectamente, todas las palabras de los protagonistas, no por ello inciden menos en todos sus actos, en todos sus gestos. En función de ese (o esa) ausente, ellos hablan o actúan. 

        Un ejemplo: en La buena boda, cuando Sabine le dice a su amante Simon “Me voy a casar”, esta frase tan simple desde el punto de vista del enunciado es extremadamente compleja desde el punto de vista de la enunciación. En apariencia, se trata tan solo de una información, del enunciado de un proyecto que Sabine le confía a su amante. En realidad, se trata de algo muy diferente, pues el proyecto, manifiestamente, se acaba apenas de formar en la boca de Sabine, antes que en su cabeza. Cuando ella lo enuncia, es en un primer momento la expresión de un despecho y de un hartazgo, de un sufrimiento del amor propio. Es una manera de vengarse de la humillación que siente por ser la eterna amante de hombres casados. Es una revancha, es un desafío, es una manera de retomar el control en una relación que la humilla. Es su manera de anunciar a su amante que súbitamente ha decidido romper. Sus palabras, en efecto, no cobran todo su sentido más que a continuación de una llamada de teléfono de la mujer de Simon que interrumpe sus retozos. Son el producto de una frustración del instante que, manifiestamente, es la gota de más. El vaso desborda. Sabine ha querido creer que ella y Simon eran dos, sin embargo eran tres, había entre ellos, habrá siempre entre ellos, la mujer de él. Al decir “Me voy a casar”, Sabine marca quizás un punto en la guerra de sexos, porque eso significa que reenvía su amante a su mujer y que ella parte a la conquista, Don Quijote ella también, de ese hombre ideal que Simon no ha sabido ser. Pero eso la implica también en una apuesta que tendrá que ganar o perder(...)

Éric Rohmer, Pascal Bonitzer

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